Ezequiel Sciacca tiene 33 años, es profesor de educación física y hace dos años, junto a su pareja, decidieron cumplir el sueño de sus vidas.


Tras 12 años de estar juntos, invirtieron todos sus ahorros para acceder a un crédito UVA, con el Banco Provincia y a 30 años, que les permita ser propietarios por primera vez.

Fue el 7 de febrero de 2018 cuando ese sueño se transformó en realidad. Pudieron comprar una vivienda de 416 m2 en Villa Rosa, donde poder no solo vivir ellos sino su pequeña hija de ahora 4 años, y un bebé que llegó el año pasado.

Sin embargo, esos anhelos pronto se comenzaron a transformar en una desesperante realidad. Los créditos UVA, que eran promocionados como la herramienta ideal de acceso a préstamos para familias de medios ingresos, se convirtieron en un tormento.

“Empecé pagando 7 mil pesos de cuota, con una deuda al Banco de 1 millón 193 mil pesos. Dos años después, la cuota es de 16 mil pesos, y el capital que debo es de 2 millones 692 mil pesos. Y encima ya no tenemos ahorros”, se desespera Ezequiel en diálogo con Pilar de Todos.

El joven forma parte del colectivo “Hipotecados UVA  Autoconvocados”, una agrupación donde miles de deudores de todo el país buscan solución a un problema que, como una bola de nieva, crece a paso agigantado.

Esta semana el Banco Central dio a conocer que se descongelarán las cuotas (medida adoptada en septiembre de 2019 por el ex Presidente Mauricio Macri en medio de la campaña electoral), pero que el salto de la cuota, un acumulado del 26%, se va a repartir desde febrero a lo largo de todo el año, lo que se traduce, por ejemplo, en un alza del 5% para el mes que viene.

Sin embargo, para los deudores esa medida “no resuelve nada”, ya que no ataca al fondo de la cuestión, que es la actualización permanente de la cuota a la inflación.

“La medida rige solo durante un año, pero no resuelve el problema central, que es la indexación. Las cuotas tienen que dejar de subir al ritmo de la inflación, porque nuestros ingresos no se ajustan así, y se debe buscar un mecanismo más previsible y lógico. Pero las reuniones que se están llevando a cabo por este tema tienen por un lado al Banco Central y por el otro a los bancos prestadores, pero faltamos nosotros, los más vulnerables y afectados. Sucede que en este país jamás se va en contra de los bancos”, agregó.

Sciacca añadió que el estrés y preocupación que genera no saber hasta cuándo uno va a poder seguir pagando el crédito repercute en la salud, incluso en la de él mismo.

“Tengo 33 años, soy profesor de educación física, y el médico me detectó una insuficiencia cardíaca. Todo esto fue una estafa, cuando salieron los créditos se publicitaban diciendo que la inflación prevista de ese año era del 10%, y que iría a la baja en los próximos años, pero ahora estoy pagando 16 mil pesos por mes, debo mucho más que al principio, y la casa es cada vez más del banco que nuestra. Miro a mis hijos y me pregunto si alguna vez todo esto será de ellos, es desesperante. Lo que era uno de nuestros sueños de vida, se convirtió en una pesadilla”, finalizó.